Rubén J. Triguero
Ahí empezaron las dudas al respecto, porque ¿dónde encajar una obra inclasificable? Para bien y para mal, vivimos en un mundo estructurado, artificialmente, en todos los sentidos. Lo clasificamos todo, de todas las maneras posibles. Cuando algo escapa a esa estructuración, no hay un lugar concreto donde situarlo, queda un poco, como en el aire.
Has visto una foto perfecta de un monumento en concreto, te encanta, es posible que incluso lo hayas visto en alguna que otra película, pero cuando llegas allí, viene el varapalo: te quedas sin verlo porque resulta que está en obras. La diosa Fortuna ha girado su ruleta y te ha jugado una mala pasada, así que no te queda más remedio que contemplar esa magnífica obra entelada casi de cualquier manera, rodeada de andamios, o tal vez incluso peor: tapada cuidadosamente con paneles donde se muestra una fotografía de antes del inicio de las obras.
Es difícil de explicar, es algo que se comprende o no, porque no se puede desgranar desde la razón. Es más como un acto de fe, una sensación que irradia desde el corazón.
Poema sobre el mundo cambiante, la vida y la importancia de nuestras elecciones en el devenir de nuestra existencia.
Otra carrera al anochecer 