Confieso que a veces me enamoro de palabras,
por lo regular
son amores intensos y pasionales
efímeros,
tan efímeros que las olvido con demasiada rapidez,
a las palabras, digo.
Ahora persigo indecible
y me huye
se escurre entre mis dedos
en un juego dialéctico
Otras veces fueron otras,
lo confieso,
literariamente soy promiscuo,
antes de indecible
estuvieron inexorable, olvido o al dente
y otras muchas
tantas,
que ni sus nombres recuerdo.
Indecible: porque la magia está antes que la palabra.
Inexorable: lo que los griegos consideraban necesario al no poder ser de otra manera.
Olvido: con el sello de Bécquer -donde esté una piedra solitaria sin inscripción alguna- o de Cernuda -allá, allá a lo lejos.
Aldente: escalofrío de la crudeza.
Un abrazo, querido Rubén.
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David, muchas gracias por tu genial aportación. Un abrazo.
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